El amor lleva a la disciplina. El propósito de la disciplina no es castigar; es redimir, restaurar y perfeccionar. El amor hace que los padres disciplinen a sus hijos. “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige” (Pr 13:24). Vea también Proverbios 22:15; 23:13–14; y 29:15. Nota: Para comprender mejor el tema de los padres y la disciplina de sus hijos, vea el libro de la Serie fe y acción, titulado Matrimonio y familia, capítulo 10, lección 30—“15 pautas
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